lunes, 22 de agosto de 2011

El amor

Es normal que la gente impía que no conoce a Cristo diga: " No soporto tal persona; tal persona no me cae bien para nada o, no quiero tener ningún tipo de relación con tal persona"; pero no debe ser así con nosotros, los que hemos conocido y gustado del amor de Dios a través de Su Hijo Jesucristo.
Los impíos son carnales y viven en un mundo natural, por eso no perciben las cosas espirituales. Nosotros que somos espirituales vivimos en un mundo sobrenatural, y nos preocupamos con las cosas del Espíritu (Romanos 8:5-14, y 1ª Coríntios 2:12-15). Primeramente hay que perdonar las imperfecciones de las personas, principalmente cuando se trata de un hermano en Cristo; amarlas y orar por ellas, porque nadie es perfecto, tenemos muchas debilidades, y necesitamos de restauración y sanidad emocional, pues venimos de un mundo lleno de conflictos, de falta de amor, etc. El amor es el compañero perfecto del perdón, y si perdonamos, demostramos que tenemos el amor de Dios en nuestro corazón, porque "Dios es amor" ( 1ª Juan 4:7-8).
Si hemos sido heridos por alguien, acordémonos  que Jesús fue herido por MUCHOS. No debemos guardar
rencor, ni dejar crecer ninguna raíz de amargura en nuestro corazón, porque estos sentimientos no provienen de Dios. En una canción que he compuesto dice: " En el reino no habrá debilidad; el pecado allí no tiene lugar; ninguna maldad podrá entrar en el perfecto reino de Jehová".
Hay que despojarse uno de esas ropas sucias, viejas y mal olientes, y " vestirse de amor" (Colosenses 3:14);
de " lino fino, limpio y resplandeciente", que son "las acciones justas de los santos" (Apocalipsis 19:08).
Debemos "soportarnos y perdonarnos unos a otros" (Colosenses 3:13).
La raíz de la crítica y de la murmuración deben ser desarraigadas de la iglesia, pues contaminan la grey de Dios. Hay iglesias que crecen en cantidad de miembro rápidamente, sin embargo no logran sujetar a "sus ovejas", porque no aprendieran  a tejer "la cuerda de amor", ese " hilo invisible" que os mantienen unidos unos a otros. Vienen del mundo, como todos nosotros, y arrastran para dentro de su iglesia la parte mundana, sus debilidades, y quieren conservarlas a todo coste, como si fueran un tesoro, y no permiten que el Espíritu Santo les "empape con Su verdad" y les cambie; son vasos rotos pegados con cinta adhesiva. No pueden crecer en amor, en complicidad y en entrega, porque realmente no conocen al Autor de la vida y de la salvación; el Consumador de la fe, Jesucristo, el Hijo de Dios.
La base de todo que existe es el amor; no hay otro sentimiento más importante y más grande que éste.
El amor es el olor fragante que sube al trono de Dios. En Su palabra Dios enfatizó bien el motivo porqué envió a Su único Hijo Jesucristo al mundo para morir en una cruz: por amor a nosotros, la humanidad (Juan 3:16). La iglesia tiene que primar (destacar) por el amor que os une unos a otros, El amor debe hablar más alto y más fuerte que cualquier predicación, testimonio o servicio prestado a Dios. Si queremos conocer el verdadero amor debemos leer con mucha atención 1ª de Coríntios 13, veamos: " Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy.
Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará.
Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará.
Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño.
Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido.
Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor".
Hasta para orar es necesario que amemos, porque si no sentimos amor por los que vamos a orar, ¿cómo podremos orar una oración eficaz y poderosa por las personas, por la ciudad por la cual estamos intercediendo, o simplemente al servicio a Dios?
El amor tiene que ser la flecha que lleva la oración a alcanzar el blanco, la diana; ¿y qué es la diana para uno que ora? Es el corazón de Dios. Si no es así, la oración será como una hoja seca, sin vida, llevada por el viento.
El amor nos hace sentir dependientes; uno que ama realmente desea agradar a su amado o amada. Nosotros que amamos a Jesús somos completamente dependientes de Él; deseamos agradarle en todo, porque sabemos que Él nos ama, con un amor incondicional y sin reservas, por eso se entregó en la cruz del Calvario por nosotros, entregó Su vida para regalarnos el perdón y la vida eterna. Por eso deseamos estar siempre con Jesús, hablarle a Él, agarrarnos a su mano, respirar Su aliento divino, y parecernos más a Él en todo, a cada día. Y es así que ocurrirá también con nuestros hermanos en la fe, que cuando vean que son verdaderamente amados, sin hipocresía, querrán estar con nosotros, ser como nosotros, y entonces podremos ser realmente como "una piña".
El perfume de las flores es que atraen a las abejas, ¿verdad? Las abejas vienen a las flores y se alimentan del polen y del néctar, y después llevan en sus cuerpos el polen a otras flores y las polinizan. El trabajo de la abeja obrera es producir la miel. Nosotros también debemos producir "la miel del amor" para alimentar a otros. ¿Y cómo podremos hacerlo? Fabricando buenos sentimientos y buenos pensamientos hacia los hermanos en la "colmena" de nuestro corazón y de nuestra mente. Produciendo compasión y misericordia por los más débiles en la fe y ayudándolos. Alentándonos unos a otros en las aflicciones, en fin, dando siempre un verdadero y sincero testimonio de amor cristiano, y viéndonos siempre a través de la sangre de Jesús con ojos de amor, como Dios nos ve.
Para que esto sea posible tenemos que hacer como las abejas: ir a la "Rosa de Sarón" y al "Lirio de los Valles" (Cantares 2:1), y alimentarnos de Su néctar de amor, y llevar en nuestro corazón el polen del amor  y polinizar a otros. Entonces, después de fecundados con ese polen de amor, empezarán a dar muchos frutos.
Jesús es la Rosa de Sarón, y el Lirio de los Valles (Cantares 2:1); Él es el río de agua viva (Juan 7:37b, 38), el Verbo, la palabra de Dios (Juan 1:1).
Nadie puede tener ese amor si no va primero a la fluente, y se alimenta hasta saciarse; por eso es muchísimo importante el tener una relación personal e íntima con Jesús. ¿Y cómo logramos eso? Dándole nuestro amor, teniendo un tiempo con Él "en lo secreto" todos los días; orando, leyendo Su palabra; dándole el primero lugar en nuestros asuntos y en nuestra vida; buscando conocerle más y más a cada día, y haciendo Su voluntad en todo. Agradeciéndole por Su bondad y misericordia, y buscando una intimidad con Él a tal punto que nos sintamos completamente enamorados. ¡Amén! Dios os bendiga.

No hay comentarios:

Publicar un comentario