miércoles, 20 de junio de 2012

                        Lo más importante para Dios

He estado meditando sobre lo que sería más importante para Dios, y llegué a una conclusión: Que Dios no desea que seamos religiosos; Él sólo quiere que le amemos a Él (el Padre), y a Su Hijo Jesucristo, simplemente. Este es el primero y grande mandamiento: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente" (Mateo 22: 37-38); "Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mateo 22:39).
Dios sólo desea tener una relación personal e íntima con nosotros, a través de Jesucristo, como antes tenía con nuestros primeros padres Adán y Eva. Jesús quiere ser nuestro íntimo amigo, y también que amemos a nuestros hermanos en Cristo. Nosotros estamos siempre agobiados y preocupados en hacer las obras, y dejamos a Dios fuera de nuestros planes. Nos preocupamos con nuestro liderazgo en la iglesia, con la escuela dominical, con la alabanza, cultos, y con las reuniones; queremos que todo salga perfecto. Todo lo hacemos con nuestra propia fuerza, con nuestra inteligencia, con nuestra capacidad, y nos olvidamos que Dios sólo nos pide QUE LE AMEMOS, sólo eso. Las obras ya fueron preparadas por Él para nosotros antes que naciéramos: "Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas" (Efesios 2:10). Muchos se mueren sin haber hecho ni la mitad de las obras que Dios les preparó que hicieran, y eso no les impide de tener la seguridad de que irán al cielo, pues está bien claro que somos salvos por gracia, no por las obras que hagamos: "Porque por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros, pues es don de Dios; no por obras, para que nadie se gloríe"(Efesios 2:8-9). Si uno se muere sin conocer a Dios, o sin amarlo verdaderamente, probablemente éste se irá al infierno. Sabemos que cuando nos arrepentimos de nuestros pecados, y aceptamos a Jesús como nuestro único Señor y Salvador, recibimos también la vida eterna, ¿verdad? ¿Y qué dice la Biblia sobre lo que es la vida eterna? Dice: "Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado"( Juan 17:3). ¿Cómo podemos tener la seguridad de la salvación si nosotros en vez de creer y actuar en lo sencillo que es "amar a Dios", procuramos complicar nuestra mente con cosas que no edifican y que son sólo pasajeras? La teología es buena e interesante; pero no es una garantía de salvación. Muchos teólogos conocen bastante la geografía, y la historia de la Biblia, pero no conocen y no aman a Dios como Él debe ser amado; y algunos ni viven verdaderamente la vida cristiana y santa que está escrita en la palabra de Dios. Jesús dejó dibujado en nuestros corazones "el perfil de un verdadero cristiano", y con su ejemplo y testimonios nos enseñó lo que debemos y lo que no debemos hacer. Ese perfil es formado en nosotros a partir del momento que entregamos toda nuestra vida en las poderosas manos del Alfarero, y aceptamos que Él dirija nuestra vida, que tome el control  del timón de nuestro barco. Es necesario también que seamos bautizados en el agua y en el Espíritu, y comencemos a leer diariamente su palabra, la Biblia. Nadie puede vivir una vida santa si no tiene al Espíritu Santo como guía, pues Él que nos enseña cómo vivir, y cómo actuar en cada circunstancia. Jesucristo sólo empezó Su ministerio después que fue bautizado en el agua y en el Espíritu. Juan, el bautista dio testimonio diciendo: "Vi al Espíritu que descendía del cielo como paloma, y permaneció sobre Él. Y yo no le conocía; pero el que me envió a bautizar con agua, aquél me dijo: Sobre quien veas descender el Espíritu y que permanece sobre Él, ése es el que bautiza con el Espíritu Santo. Y yo le vi, y he dado testimonio de que éste es el Hijo de Dios"(Juan 1: 33-34). Los discípulos de Jesús tuvieron que esperar en el aposento alto hasta que fueron bautizados con el Espíritu Santo. Jesús les dijo: "pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra"(Hechos 1:8). "Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos unánimes juntos. Y de repente vino del cielo un estruendo como de un viento recio que soplaba, el cual llenó toda la casa donde estaban sentados; y se les aparecieron lenguas repartidas, como de fuego, asentándose sobre cada uno de ellos. Y fueron todos llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba que hablasen" (Hechos 2: 1-4). Es el Espíritu Santo que nos lleva a amar a Dios, a adorarle, a tener sed de conocerle verdaderamente. Hemos llegado a un punto de nuestra vida cristiana que nos sentimos insatisfechos, porque sabemos que hemos hecho todo mal. Hemos comenzado por las obras, en vez de "amar a Dios sobre todas las cosas". No hemos aprendido verdaderamente a amar a Dios, y a estar receptivos a ese tipo de relación que él desea tener con nosotros, y que tengamos con nuestros hermanos en Cristo. Hemos aprendido mucha doctrina, pero eso ya no es suficiente, ¡queremos más! Las iglesias (físicas) están perdiendo sus miembros porque no todos están en la misma búsqueda; ellas se adaptaron al régimen, a las normas, a la ley. El Espíritu Santo nos pone esa inquietud en nuestro corazón, porque Él desea llevarnos a ser verdaderos adoradores: "Mas la hora viene, y ahora es, cuando los verdaderos adoradores adorarán al Padre en espíritu y en verdad; porque también el Padre tales adoradores busca que le adoren. Dios es Espíritu; y los que le adoran, en espíritu y en verdad es necesario que adoren" (Juan 4:23-24).
No hacemos demasiado en amar y a adorar a Dios con todo lo que somos, ¿y saben por qué? Porque Él es nuestro Creador, nos dio la vida. Él nos da el alimento diario, la vestimenta, y el trabajo. Nos da la fuerza para trabajar, y la inteligencia para aprender. ¡Si pudiéramos ver los peligros que hemos sido librados por Él, tanto naturales como sobrenaturales, le amaríamos, le adoraríamos, y le seríamos eternamente agradecidos. ¿Y las decisiones que tomamos, piensas que Él no estaba ahí? Mucho más Él lo haría si confiáramos totalmente en Él y le pidiéramos Su opinión; pero nosotros pensamos que somos "los mayores", los más fuertes, los más sabios, y que no necesitamos de la opinión de Dios. Muchas veces Él permite que "metamos la pata" para que aprendamos de nuestros errores, y a confiar en Él. Si estás buscando conocer más de Dios, y amarlo verdaderamente como Él se lo merece, permita que te dé un consejo: No permitas que nadie te haga "prisionero" de sus doctrinas, de sus rituales, de su manera de pensar y de actuar, pues Dios te ha hecho "libre". No permitas que te limiten en el conocimiento y en la adoración a tu único Dios. Puede ser que esas personas tengan muy buenas intenciones, pero que todavía no se hayan despertado y no hayan tenido ese encuentro con el Maestro. Que no hayan tenido esa inquietud de vivir esa nueva vida de adoración a Jesucristo. Cuando leo 1ª de Coríntios 13, que habla del amor, veo que nadie es capaz de amar a sus hermanos con este tipo de amor si antes no ama a Dios verdaderamente. Abramos nuestro corazón para conocer el Dador de ese amor, a Jesús, el Hijo de Dios. Ame a Dios hasta que te salga por lo poros y puedas contagiar a otros que también están buscando esta respuesta. Dios os bendiga.