martes, 13 de diciembre de 2011

EL PESO DEL PECADO

      Hace tiempo vi una película de dibujos animados de "La bella durmiente", donde aparecían tres hadas que eran las protectoras de dicha princesa. Una de ellas me llamó mucho la atención, a pesar de que, en aquel tiempo no tenía a Jesús en mi corazón, como lo tengo hoy. Esa hada era bien gordita, pues le gustaba comer mucho. Mientras las otras dos se alzaban en los aires con facilidad,  ella, con muy gran esfuerzo lo conseguía, por causa de su peso. Es maravilloso como Dios nos habla a través de cosas insignificantes como esa película. Dios creó a los ángeles, y ellos están por todas partes, podemos creerlo. Hay ángeles guardianes, protectores, mensajeros, y hay ángeles que protegen el trono de Dios, y a los que creen en Jesús.
      Un día, estaba meditando sobre todo eso, y me vino a la mente una pregunta: ¿Por qué los ángeles pueden volar, y estar en varios sitios a la vez? Los ángeles tienen alas realmente, muchos no lo creen; pero en la Palabra de Dios habla sobre los ángeles del Arca del Pacto. Dios mandó a Moisés que la construyera : "Harás también dos querubines de oro; labrados a martillo; los harás en los dos extremos del propiciatorio. Y los querubines extenderán por encima sus alas, cubriendo con sus alas el propiciatorio" (Éxodo 25:19-20). Sentí que el Espíritu Santo me decía: "los ángeles pueden volar porque no tienen pecado". Ahora comprendo mucha cosa, realmente es así. El pecado es una carga muy pesada, que no nos deja ser libres; es como estar en una prisión. Supongo que sí no tuviéramos pecados, si fuéramos limpios, justos y santos, hasta podríamos alzarnos en los aires como los pájaros.
      Jesús cuando vino a la tierra, vino como hombre, sin pecado, pero cuando Él llevó sobre sí mismo los pecados de toda la humanidad, Él sintió en su cuerpo el peso de nuestros pecados. Jesús, después de muerto y resucitado, se quedó libre de esa gran carga. Dice la Palabra de Dios: "Ciertamente llevó Él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas Él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos nosotros curados"(Isaías 53:4-5).
      Dios nos llama a ser santos como Él es Santo: "Porque escrito está: "Sed santos, porque yo soy Santo" (1ª Pedro 1:16), y, "Porque yo soy Jehová vuestro Dios; vosotros por tanto os santificaréis, y seréis santos, porque  yo soy Santo"(Levítico 11:44a); y en Éxodo 19:6: "Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes y gente santa".
      Cuando Jesús resucitó al tercer día, prometió enviar a sus Apóstoles (y a nosotros los que hemos creído en Él), el Espíritu Santo, y subió al cielo a la vista de ellos, veamos: "Y habiendo dicho estas cosas, viéndolo ellos, fue alzado, y le recibió una nube que le ocultó de sus ojos"(Hechos 1:9), y sigue: "Y estando ellos con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que Él se iba, he aquí se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: "Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo"(Hechos 1:10-11). Estos dos varones con vestiduras blancas suponemos que eran ángeles del cielo, sin duda alguna; y que no hubo ningún obstáculo que os impidiera de aparecer de repente al lado de los Apóstoles que estaban mirando al cielo. Los ángeles son santos, y por no tener pecados son libres a aparecer donde Dios les ordene que aparezcan.
      Antes de ir al cielo, luego después de haber resucitado, Jesús se les apareció a sus discípulos: "Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el primero de la semana, estando LAS PUERTAS CERRADAS en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio de ellos, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor"(Juan 20:19-20). La puerta estaba CERRADA, Jesús no tocó a la puerta para que alguien la abriera, simplemente ¡ LA TRASPASÓ!, ¡ESTO ES PODER! Dios quiere que tengamos también poder, de alzarnos en el aire, de traspasar puertas y paredes; de entrar en lugares cerrados, de aparecer donde Él nos quiere usar ¡para Su gloria!
      El Espíritu Santo arrebató a Felipe, después que él predicó y bautizó al etíope; podéis comprobarlo en Hechos 8:26-39).
      En la palabra de Dios dice que, en la 2ª venida de Jesús, "los muertos en Cristo, a los que durmieron en Él, los que perseveraron hasta el final, resucitarán primero, y nosotros, los que vivimos (y que creemos en Él, por supuesto), seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor" (1ª Tesalonicenses 2:14-17). Por eso digo, y vuelvo a decir: Es necesario que nos arrepintamos, que pidamos perdón a Jesús, y que cambiemos de vida. Tenemos que vivir como el nuevo hombre, criados en Cristo Jesús, limpios, justos y santos. No nos olvidemos que, la santidad nos hace "leves", pero el pecado nos hacen "pesados". Toda las personas que creen en Jesús reciben el poder, "y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán"(Marcos 16:17-18). Mas no solamente eso, serán transformados en nuevas criaturas, limpias, santas y sin manchas.¡ Aleluya! No podemos seguir presos al pecado. Pensamos que Dios es tan bueno y misericordioso que pasa por alto estos "pecadillos sin importancia", pero estamos completamente equivocados. Dios es realmente bueno y misericordioso, pero Él ABORRECE  el pecado, por pequeño e insignificante que parezca ser. La misericordia no es un derecho del hombre, merecemos el castigo y la ira de Dios. La misericordia es un de los adorables atributos de Dios, por medio de la cual él muestra Su gran amor por nosotros. Prueba de eso es que "De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga a vida eterna. Porque no envió Dios a Su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por Él. El que en Él cree, no es condenado; pero el que no cree, ya ha sido condenado, porque no ha creído en el nombre del unigénito Hijo de Dios"(Juan 3:16-18).
      Entrégale tu corazón a Jesús; confiésale tus más íntimos pecados, y arrepiéntete. Invítale a vivir en tu corazón, y ser tu Señor y Salvador hoy mismo, no espere más. Y viva, a partir de ahora, una vida limpia y santa; y no te deje contaminar por el mundo nuevamente. Jesús viene pronto. Dios os bendiga.