martes, 17 de julio de 2012

LA ORACIÓN, FUENTE DE PODER



Hace unos meses, recibí  un pedido de oración de una persona que decía estar muy agobiada y necesitada que yo orase por ella. Sin embargo, no me explicó el motivo de su necesidad, pero sentí como un pedido de auxilio de un alma angustiada que no veía salida a su problema. Inmediatamente me puse a orar, sin saber lo que debía pedir, pero confiando que el Espíritu Santo iba a interceder por ella, como ha prometido en Romanos 8:26-27: "Y de igual manera el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad; pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Mas el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos". Se pasaron varios días y no tuve más ningún contacto, ni respuesta; no sabía lo que había pasado con ella, y empecé a preocuparme con su suerte. Le envié un mensaje, pidiéndole que se comunicara conmigo lo más pronto posible, porque tenía una congoja muy grande por ella, y necesitaba una respuesta. Luego en seguida, la persona me contestó, contándome lo que había sucedido: Tenía problemas personales, porque había sufrido una gran decepción con un chico que fue su novio durante 7 años, y esa relación se había terminado. Me dijo que, en el momento que contactó conmigo estaba desesperada y sumamente angustiada, tanto que llegó al punto de "cuestionar sobre su existencia". ¿Sabéis lo que esto significa, verdad? Significa que ella pensó en suicidarse. Sin embargo, Dios es fiel, y cuida de todos por igual; "él hace salir el sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos" (Mateo 5:45 ). A pesar de que esa persona todavía no ha entregado su vida a Jesucristo, él ya estaba cuidándola, porque puso en su corazón y en su mente el deseo de pedir ayuda, que orasen por su vida. Mi respuesta a su mensaje fue una predicación  "en toda regla"; espero que dé frutos, y que los frutos permanezcan. Dios siempre está pendiente de sus hijos y de su creación; él no descansa nunca. Sabemos que el diablo quiere destruir a la humanidad; él provoca situaciones, y se aprovecha de ellas para desequilibrar las mentes, para que las personas pierdan la fe, y tienten contra sus vidas, pues él sabe que aquel que se suicida está perdido y acaba en sus manos. Por esto Jesús nos dijo a través de 1ª Pedro 5:8y 9: "Sed sobrios y velad; porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente, anda alrededor buscando a quien devorar; al cual resistid firmes en la fe, sabiendo que los mismos padecimientos se van cumpliendo en vuestros hermanos en todo el mundo". Jesús nos dice también en Mateo 5:13: "Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres". Para entender y poder explicar bien lo que tengo que deciros, busqué en el diccionario el significado de algunas palabras y sus respectivos sinónimos, que son muy importantes para que entendamos bien lo que Dios quiere decirnos a través de ese versículo. El verbo DESVANECER significa: Disgregar o hacer desaparecer de la vista poco a poco. Sus sinónimos son: Disipar y esfumar. El verbo DISGREGAR significa: separar o desunir. Es necesario que nos acerquemos más a Dios, que busquemos conocerlo y amarlo cada día más, para que tengamos una relación personal e íntima con él, y que él sea "uno con nosotros", como Jesús es con el Padre. No podemos aceptar ser "disgregados" de Dios, por nada en este mundo. Yo creo que muchos de nosotros pensamos que es suficiente que Jesús sea nuestro amigo, pero ¿ya habéis pensado cómo él se sentiría si nosotros también buscáramos "ardientemente" ser su amigo? Antes de entender lo que la palabra "amigo" significaba, yo solía presentar a todos que conocía como amigos. Pero poco a poco fui comprendiendo que, a pesar de que yo les consideraba mis amigos, algunos no me veían como tal, y sí, como una conocida, una amiguete, o una parienta. Ser amigo va más allá de lo que pensamos; es estar pendientes siempre de las necesidades del otro. Es ayudar, sin pedir nada a cambio, y sin esperar recompensas. Es llorar con el que llora, y es sentirse feliz cuando nuestro amigo está contento. Es regalarle  un poco de nuestro tiempo para oírlo, y para estar con él. Es tener un afecto profundo y sincero, que no cambia por ninguna circunstancia de la vida. ¡Ésta es la verdadera amistad que Jesús nos brinda!

No podemos ser una sal sin sabor, porque no serviremos para nada. El que no busca madurar en su relación con Dios, poco a poco "se desvanecerá", "se desunirá" de Dios, perderá su sabor, y como consecuencia, las cosas de este mundo le atraerán nuevamente, porque estará vulnerable a toda clase de tentaciones. Si queremos tener el poder que Jesús dijo en Juan 14:12: "De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre", debemos llevar a Dios, y a nuestro llamamiento en serio, porque no es un llamamiento carnal, y sí, divino. Dejar de jugar a ser cristianos, porque ya no somos niños para que tengamos que ser entretenidos con juegos infantiles. Y entregarnos verdaderamente y totalmente en las manos del Espíritu Santo, permitiendo que él nos renueve y nos transforme en nuevas personas criadas en Cristo Jesús. Debemos aceptar gozosos, no a "regañadientes", que el Espíritu Santo restaure nuestra personalidad, nuestro carácter; que renueve nuestras mentes, nuestros pensamientos; que nos enseñe a depender más de la fuerza y del poder de Dios sobre nuestras debilidades, nos fortalezca en las tentaciones, y nos santifique. Nadie está libre de caer en tentación;  jamás permitas que te venga a tu mente, o te jactes que estás firme, porque el Señor ya dejó bien claro: "Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga" (1ª Coríntios 10:12 ). Debemos ocuparnos en nuestra salvación "con temor y temblor" (Filipenses 2:12b )Dios quiere usarnos; Dios quiere hacer milagros a través de nosotros, sanar a los enfermos, echar fuera a los demonios, deshacer las obras de Satanás en el nombre de Jesús, ¡y mucho más! El "vaso" que no acepta ser limpiado y lavado con el agua de vida no está apto para ser usado grandemente por Dios. Creemos que estamos en los últimos tiempos, ¿verdad? Y sabemos que Dios está preparando su pueblo para ese tiempo. Además, él no quiere que nadie se pierda. Jesús dijo: También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquellas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Juan 10:16).

Muchas veces he oído, y también he dicho, que cuando orábamos parecía que había un techo de bronce sobre nuestras cabezas que no dejaba que nuestras oraciones llegasen al trono de Dios. Creo que ahora entendemos el porqué, ¿verdad? Por nuestra displicencia e irreverencia a la voluntad y a la obediencia a Dios. Por no perdonar a los que nos hicieron daño, pues escrito está: "Y cuando estés orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas" (Marcos 11:25-26 ). Y porque pedís mal: Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en vuestros deleites" (Santiago 4:3 ). Miramos demasiado hacia nosotros mismos y hacia nuestras necesidades materiales. Si Jesús ya nos dijo: "No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan,  ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan, ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y se la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal" (Mateo 6:25-34).

Cuando una persona, que sea un hermano en Cristo, o uno que no lo es aún nos pide oración, debemos llevar en serio, y no posponer esa responsabilidad. Al orar, tenemos que creer que Dios hará: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24). "Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor" (Santiago 1:6-7). Otra cosa muy importante: Cuando hablamos de no hacer oraciones repetitivas pensamos siempre en los católicos, que oran conforme un modelo, un ritual, como  el "Ave María", el "Credo", etc. Pero nosotros, los evangélicos también muchas veces incurrimos en el mismo error. Se puede decir que una oración es repetitiva también cuando "recordamos" a Dios, pidiéndole siempre la misma cosa; y cuando otro hermano repite lo que el otro ya había pedido. Es innecesario, pues, para eso existe la palabra "amén", que significa que nos ponemos de acuerdo con lo que fue pedido. Hay oraciones que recibimos rápidamente la respuesta de Dios, pero hay algunas que son más especiales y tienen que ser más "batalladas en el espíritu", bajo ayuno,  porque sabemos que hay fuerzas demoníacas que intentan impedir que nos lleguen las respuestas de Dios, "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes" (Efesios 6:12 ), como ocurrió con el profeta Daniel, que," volvió su rostro a Dios el Señor, buscándole en oración y ruego, en ayuno, cilicio y ceniza" (Daniel 9:3), confesando los pecados de su pueblo, e intercediendo por ellos, rogando a Dios que tuviera misericordia, para que no se cumpliera la profecía del profeta Jeremías sobre la desolación de la ciudad de Jerusalén en un periodo de setenta años, (Daniel 9:1-19). La respuesta ya estaba a camino desde el primer instante que Daniel empezó a orar, pero tardó a llegar a su destino 21 días, pues fue obstaculizada por las fuerzas malignas, como está explicado en Daniel 10:12-13). Otro pasaje de la Biblia explica bien sobre ese tema: Jesús echó fuera un demonio mudo y sordo de un muchacho, al cual sus discípulos ya habían intentado sanarlo sin éxito. Al final, sus discípulos le preguntaron a Jesús: "Por qué nosotros no pudimos echarle fuera? Y Jesús les contestó: Este género con nada puede salir, sino con oración y ayuno" (Marcos 9:14.29).

Al alargar la oración, no nos sobra tiempo para orar por otras cosas importantes, y de hacer lo que más importa, que es estar un tiempo en silencio en la presencia de Dios, para que el Señor pueda hablar también. Orar no significa sólo pedir; es también una oportunidad que Dios nos da de comunicarnos con él, y él con nosotros también. Dios desea enseñarnos a orar; él desea hacer milagros a través de la oración, y mostrarse a los que no le conocen bien, porque muchas veces la fe despierta en el corazón de una persona por haber sido contestada su oración. Los caminos y los pensamientos del Señor no son como los nuestros: "Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos; ni vuestros caminos mis caminos, dijo el Señor" (Isaías 55:8). Dios os bendiga.