sábado, 28 de enero de 2012

Ponga una reja en tu corazón

       Otro día estuve meditando sobre la obra de Dios en la creación, especialmente en lo que se refiere al cuerpo humano, que sabemos que fue creado por Dios, del polvo de la tierra; "Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, y sopló en su nariz aliento de vida, y fue el hombre un ser viviente" (Génesis 2:7); y pensé: ¿Por qué será que Dios, en Su infinita sabiduría hizo algunos órganos de nuestro cuerpo en duplicidad, como los riñones,  los pulmones, los ovarios...e hizo solamente un hígado, un útero, un estómago, y un corazón? Creo que los órganos que tenemos sólo uno deben ser más cuidados y más protegidos, porque uno puede vivir con sólo un ovario, o un riñón, pero no podrá jamás vivir sin el estómago o el corazón. Cuando uno se enferma de estos órganos "especiales" corre el riesgo de morirse, si no hay "suerte" de encontrar un donante compatible de inmediato. Algunos órganos, como el hígado se regenera después de haber sido extirpada la parte dañada y enferma. He recibido ésta lección cuando tuve que ser operada y me quitaron la vesícula. Antes yo no me preocupaba tanto con mi salud como lo hago ahora; comía en exceso cosas fritas, bollos, azúcar, chocolate y sal, y ahora tengo que cuidar y controlar más mi alimentación, por la salud de mi hígado, siendo que ya no tengo la vesícula biliar, que es un saquillo membranoso del sistema digestivo que contiene la bilis producida por el hígado y que se vacía durante la digestión.
       Pensé también como Dios ha puesto una protección especial para algunos órganos importantes y sensibles como el corazón y los pulmones, que son las costillas, que os protege como una reja. Los pulmones son muy sensibles, y sin ellos no podríamos respirar, y es a través de ellos que el aire que respiramos oxigena nuestra sangre. El corazón es el órgano más importante de todos, porque es él que nos mantiene vivos (físicamente); cuando él deja de latir, nos morimos; nadie vive sin un corazón. Yo enfaticé "físicamente" porque sabemos que es Dios quién nos da la vida y la mantiene, por su gracia, pues nuestra vida está en Sus manos, y Él ya tiene contados todos nuestros días aquí en la tierra, y sólo Él puede quitárnosla; "pues aun vuestros cabellos están todos contados" (Mateo 10:30), dice el Señor.
       Dios nos enseña en Su palabra, "sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón, porque de él mana la vida" (Proverbios 4:23). El corazón es como un cofre donde guardamos nuestros objetos de valor; y es en el corazón que debemos atesorar los mandamientos y las enseñanzas de Jesús. María, la madre de Jesús, meditaba y guardaba "en su corazón" las profecías y todo lo que oía acerca de su Hijo Jesús; podemos leerlo en Lucas 2:19,51). En Proverbios 3:1 dice: "Hijo mío, no te olvides de mi ley, y tu corazón guarde mis mandamientos; porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán".
       Cuando alguien que no conocemos toca a nuestra puerta, ¿qué hacemos? ¿La abrimos sin cerciorarnos quién está a la puerta? Y si es una persona extraña, ¿le invitamos a entrar en nuestro hogar? ¡Por supuesto que no! En tiempos tan peligrosos como el en que estamos viviendo hoy no podemos confiar demasiado, porque hay mucha maldad y violencia en el mundo. Ya no podemos vivir confiadamente, con las puertas abiertas como lo hacíamos antiguamente. Sabemos que nuestra seguridad está únicamente en Cristo Jesús, porque Él es nuestra Roca, nuestro Refugio, nuestra Fortaleza, nuestra única protección. No debemos abrir la puerta de nuestro corazón y permitir que en él entre sentimientos que no agradan a Dios. Los malos sentimientos provienen de los malos pensamientos, que son enviados por nuestro enemigo Satanás y también por nuestra carne. El corazón es un órgano muscular que impulsa la sangre a todo el cuerpo a través del sistema circulatorio; la sangre circula desde la cabeza hasta los pies, y elimina las toxinas que son sustancias venenosas producidas por el cuerpo de los seres vivos. Podemos decir que el odio, el rencor, la amargura, el enojo, la envidia, la ira, etc., son toxinas "anímicas", que en un principio son pequeñas semillas, pero si no son arrancadas a tiempo, antes que crezcan, se transforman en grandes árboles con raíces profundas. Esos sentimientos son dañinos, y son como los "ocupas"; personas que viven de forma ilegal en una vivienda, o en un local que no es de su propiedad. Los "ocupas" no cuidan de lo que no es suyo; suelen destrozar todo, y roban lo que pueden llevar; además  después que entran en un lugar, es muy difícil  sacarlos. Así también son los sentimientos "ocupas": roban y destruyen tu paz, el amor y el respeto de tu familia, de tus amigos, y principalmente de tus hermanos en Cristo. Las únicas llaves que abren la puerta del corazón ocupado por los "ocupas", y los echa fuera es el amor y el perdón mutuo. Por eso es tan importante que perdonemos a los que nos hacen daño, y que pidamos a Jesús que nos llene de su amor y misericordia hacia nuestros semejantes. "Pero a vosotros los que oís, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian. Al que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra; y al que te quite la capa, ni aun la túnica le niegues. A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como queréis que hagan los hombres con vosotros,  así también haced vosotros con ellos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también  los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo. Y si prestáis a aquellos de quien esperáis recibir, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores prestan a los pecadores, para recibir otro tanto. Amad, pues, a vuestros enemigos, y haced bien, y prestad, no esperando de ello nada; y será vuestro galardón grande, y seréis hijos del Altísimo; porque él es benigno para con los ingratos y malos. Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso" (Lucas 6:27-36). Busquemos ser cada vez más semejantes a Jesús, tener su carácter, y actuar como Él actuaba cuando estaba en el mundo. Nuestro corazón debe estar limpio, pues es la morada y el templo del Espíritu Santo de Dios. Y no nos olvidemos, "bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios" (Mateo 5:8). Sé que es una tarea difícil, pero tenemos un Dios Todopoderoso que nos ayuda en nuestras debilidades; sólo tenemos que llevar todo pensamiento cautivo a Cristo Jesús. Amén. Dios os bendiga.

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